Dicen que la inspiración existe, pero tiene que encontrarte trabajando. Yo he trabajado poco últimamente. A la vista está la cantidad de tiempo que llevo sin publicar... así que he tenido que buscar a la musa en las cosas cotidianas como esta.
Mi hija cumplió 18 hace poco y su abuelo le regaló un maravilloso ramo con tantas flores como años. Fue espectacular tenerlo en el salón de casa los días que duró, y una pena tener que ir desechando flores marchitas cada vez que le cambiaba el agua. Por eso decidí, además de hacerle muchas fotos para el recuerdo, inmortalizarlo en mi cuadernillo de art journal.
Primero manché con acuarelas en varios tonos de rosa y con un rotulador negro empecé a dibujar zentangles, recreándome en cada línea y relajándome. No es un trabajo rápido y lo cierto es que tardé más que lo que duraron las rosas sin ponerse mustias. ¿Pero a quién le importa el tiempo cuándo se tienen 18 años y toda la vida por delante?