Por favor, desee con moderación

He descubierto que el elixir de la eterna juventud no existe (como me pasó con los Reyes, me di cuenta después que todo el mundo). Si acaso lo que nos mantiene jóvenes es seguir teniendo objetivos vitales, darle a las ilusiones la importancia que se merecen y seguir haciendo nuestra propia lista de “sueñecillos”. Los SUEÑOS con mayúsculas se los dejo  a los grandes optimistas, que luego son muy difíciles de cumplir y me frustro cuando me doy cuenta de que no puedo llevarlos a cabo.

Yo me refiero a ilusiones realistas, propósitos moderados que pueden fluir por tu vida normal sin que suponga una heroicidad cumplir con ellos. De esos, este año tengo varios  y como buena aficionada a las listas no he podido resistirme a cuantificarlos. Parece que si los escribo y numero me comprometo más conmigo misma. Y además, tengo un art journal que llenar antes de que se lo lleven las lluvias esta primavera…

Para no terminar abandonándolos, a algunos propósitos les he puesto fecha (y a otros incluso hora): no faltar a la cena del Club el primer miércoles de cada mes; levantarme media hora antes por la mañana para ir menos acelerada; decir cinco veces al día la palabra Gracias (como poco); y he empezado mi lista con el que más me gusta: un propósito que le oí a un amigo y que yo ya he hecho mío: