Perdón, hombre de Hojalata.

"Yo lo que quiero es un corazón de verdad para poder amar", le pedía el hombre de hojalata al Mago de Oz. Y yo de pequeña estaba convencida de que no iba a concedérselo de ninguna manera. Era imposible, con esos ojos mezcla de Freddy Krueger y el muñeco diabólico y blandiendo un hacha afilada...¿a quién iba a engañar?

El hombre de hojalata me paralizó de miedo todas las veces que vi la película de niña. Luego fui acostumbrándome a esa mirada heladora y, cuando llegó el tiempo de degustar el clásico con mis hijas me propuse investigar un poco sobre el actor que le dio vida, por eso de que el miedo desaparece cuando aparece el conocimiento sobre las cosas...

¿Y qué descubrí?

Descubrí que el pobre Jack Haley pasó las de Caín rodando la película. Lo primero porque el maquillaje le provocó una severa infección ocular que arrastró durante todo el rodaje. ¡Ahora entiendo esa mirada vidriosa y terrorífica! Perdóname, hombre de Hojalata por pensar mal de ti durante tantos años. Lo segundo, porque su vestuario era tan rígido y pesado que no podía sentarse en los descansos y la única manera de darse un respiro era recostarse sobre una pared.

“Un infierno, un maldito infierno fue trabajar en el film” declaró varias veces el pobre Jack Haley. 

Yo le debía una disculpa y, en mi homenaje particular, como herramienta le he puesto un amable cazamariposas. Lo siento, pero el hacha me puede. Y es que hay miedos de la niñez que tardan en curarse.

El Mago de Oz fue declarado por La Unesco patrimonio cultural de la humanidad en el año 2007.