Tiras de papel, cinta de pintor y una cabra

La historia de “La Castellana” es peculiar. Esta cabra le debe su nombre a la señorial calle de Madrid en la que vivió durante años y por la que sus dueñas la sacaron a pasear todos los días, Bernabeu arriba, Bernabeu abajo.

Yo conocí a Castellana en una visita que hice a un pueblecito de Soria para participar en la aventura de “Pastores por un día”, que os recomiendo sobre todo si tenéis niños y os gusta el campo. La historia me la contó Miguel, el pastor al que acompañamos durante todo un día con su rebaño de 1.000 ovejas y cabras:

Resulta que en una visita, las dos niñas de una familia se encapricharon con la cabra hasta tal punto que el padre no tuvo más remedio que cargarla en el coche y llevársela de mascota a Madrid. Y allí vivió durante años, en un pisito con parquet, saliendo a pasear como toda una señora entre la gente guapa de la capital. Hasta que las niñas se hicieron grandes y prefirieron sacar al novio mejor que a la cabra y “La Castellana” volvió despechada al pueblo de dónde salió.

Esta doble página pertenece al álbum de aquella visita. Lo empecé en el taller de Finnabair y está trabajada con acrílicas, tiras de papel y cinta de pintor. Las flores están hechas con Canvas Resist y envejecidas con Distress.